viernes, 20 de marzo de 2015

yo mi me

Últimamente lloro por todo. Al principio pensaba que igual era una cuestión hormonal temporal, que duraría un par de días y ya. Pero llevo en este plan semanas.

Y no es que esté triste. No es nada triste lo que me pasa. Bueno, es triste la parte que consiste en no poder llorar tranquilamente allí donde esté sin que tenga más importancia. Pero la mayoría de veces no lloro porque esté triste. Es más... sentirlo todo intensamente. A ratos el mundo es tan intenso que solo soporto estar en él a base de lágrimas.

Leer algo que es demasiado bello, o que me toca muy de cerca sin ni siquiera tener claro por qué, un "era esto, justo esto". Y a veces también, rabia, odio, sensación de injusticia insoportable. Y tristeza, claro. Pienso mucho en la expresión "tener el corazón roto" referida a experiencias que no se limitan a la perdida de un amor (romántico).

También pienso mucho en la multicausalidad. Las sensaciones y estados personales que están causadas por varias cosas. Cuando las emociones me desbordan no suele ser tan fácil como decir "la causa de todo es X".

Y pienso sobre el autismo. Y sobre cómo se relaciona conmigo. Y en si tiene algún sentido esta nueva obsesión.

Pienso en cómo ese día me dio un montón de ansiedad sin que pasara realmente "nada", pero en ese lugar en particular, solo con la luz de la calle, pasando una película en un lugar con más gente, con esa sonoridad que me parece que me rebota dentro del pecho... Y veo un patrón común a tantas otras veces en las que he acabado saliendo de la sala porque no sabía por qué, pero me sentía realmente mal. Y pensar, "puedo soportarlo". Y luego, "pero no vale la pena". Y me pregunto cuantas veces he seguido ahí aun estando mal, solo por no dar la nota marchando.

Y de ahí me pongo a pensar en que desde que decidí "cuidarme" no aguanto una mierda. Siempre tengo ganas de marchar. Cuando estoy con más gente, me siento equilibrista, valorando si estoy aguantando de más o si si me voy estoy aguantando demasiado poco porque en realidad no lo necesito. A veces no sé si me voy porque lo necesito o porque quiero dar la nota. Y me riño. Dar la nota voluntariamente está mal. Me digo que por lo menos tengo que avisar. Autocuidados, pero cuidando de lxs demás no pidiendo de más.

Me doy cuenta también de cómo prejuzgo a la gente. A la gran mayoría de gente la pongo en el saco de "personas a las que mejor que no me acerque demasiado porque no van a poder querer entenderme". Incluso en ambientes feministas y/o LGTB+. Cuando alguien que no me conoce empieza a tontear conmigo, asumo que lo hace porque aun no me conoce lo suficiente como para saber que no le intereso. Me he dado cuenta de que esta es la principal razón por la que rechazo el sexo con desconocidxs, no es una cuestión de morbo sino de relación social.

Y ves, aquí vuelvo al autismo. Y pienso en ese artículo en el que hablaban de cómo muchas personas autistas descartan el sexo con otras personas simplemente por evitarse las complicaciones sociales que requiere. Yo estoy justo ahí ahora. Mira que me gusta el sexo, pero es que no compensa, es que es demasiado esfuerzo para volver a quedarme con las ganas siempre.

Pienso también en esa pregunta de ese test. "¿Cual es el mínimo de relaciones sociales que necesitas en un día?". Yo le diría, pues depende. Si el día anterior fue emocionalmente intenso, necesito como MÁXIMO cero o pocas relaciones sociales, y esas pocas, solo con personas muy cercanas. Como mínimo, cero (porque negativo no se puede). Si el día anterior no fue tan intenso, pero fue socialmente activo con varias personas, como máximo, seguir igual, como mínimo, cero. Si llevo tres días seguidos sin ver a nadie, como mínimo, algo de interacción con quien sea, preferiblemente con alguien que no me juzgue si apenas me sale la voz, si pongo caras extrañas o si respondo con monosílabos de entrada. Preferiblemente, pasar un buen rato con personas conocidas, con bajas exigencias sociales, y haciendo algo me permita ejercitar el cerebro (y de aquí mi amor a los juegos de mesa, aunque un debate también sirve, si no es demasiado personal). Si llevo un tiempo largo con relaciones sociales frecuentes pero todas de baja intensidad, es posible que esté sociable y me dé por querer ver a mucha gente, incluida gente desconocida, especialmente en contextos en los que es probable que encuentre a personas interesantes. En estos casos, no tengo máximo (o por lo menos no tan claro), y mi mínimo está claramente por encima de cero, supongo que lo pondría en "mantener una conversación (de más de cinco minutos) con una persona".

En ninguno de los casos para mí tiene sentido considerar como "mínimo" estar rodeada de gente así sin más, más allá de comprobar que aun no ha habido un apocalipsis zombie. Para mí es bastante raro que en la escala de respuestas posibles estén más cerca de ninguna interacción cosas como tener gente alrededor (como en la calle), o mantener breves conversaciones con gente desconocida (como comprando), que una conversación con una persona conocida. Para mí es más difícil tolerar la presencia de gente desconocida (ya no digamos hablar) que hablar con alguien en quien confío. ¿Es raro esto?

D. no entiende por qué la gente que no conoce se pone a contarle su vida. D. no sabe que la cara que pone cuando le hablan lxs desconocidxs es una clara invitación a hablar. O quizá sabe esto, pero no sabe que en esta ciudad nuestra esto es raro. Al final siempre se trata de comparar respecto a la mayoría, ¿no? Cuando me hablan para preguntarme por una dirección, a veces me pongo tan nerviosa que se me olvida donde estoy, y tengo que pasar los primeros segundos calmándome para poder empezar a pensar dónde estoy, para luego poder pensar dónde está el lugar por el que me preguntan. Aunque he mejorado, y me doy cuenta, y ahora consigo responder tranquila y mantener una conversación trivial, y sonreír como se espera de mí. En realidad no es tan difícil cuando te aprendes el guión. Luego suelo quedarme (mientras me alejo andando rápidamente) un buen rato pensando en cómo ha ido, en si lo he hecho bien, en si le resultará útil, en si habré pasado como persona normal. A veces me entran ganas de volver atrás para asegurarme de que la persona en cuestión está bien. Con D. lo hicimos. Si hubiera estado sola, hubiera marchado, preocupada, pero hubiera marchado. Y D. solo no hubiera pensado en volver. Me encanta la gente que sabe ser sociable así de entrada, primero porque suelen ponerme mucho más fáciles las cosas para iniciar la relación (de amistad o del tipo que sea), y luego porque me complementan muy bien. Curiosamente, creo que todas las personas en las que estoy pensando (que son bastantes) luego me han confesado que se consideran tímidas.

No sé si decir que soy poliamorosa es un brindis al sol. Luego la gente me pregunta como si lo dijera en serio. Y lo hago, claro, solo que es como algo que funciona solo dentro de mi cabeza. Cuando pienso así me planteo si no tendría más sentido volver a la monogamia. Pero apenas acaba la pregunta y ya estoy viendo claramente que no, que para mí no tiene sentido. Quizá no tengo ni múltiples ni ninguna relación romántica, pero posicionarme así, como no-monógama, claramente me ha cambiado. Aunque sea una "chorrada" porque no pasará nada, es una gran cosa poder estar enamorada de más de una persona sin sentirme culpable. Y además, mis relaciones no románticas también han cambiado, algunas de ellas haciéndose más cercanas. Yo me he relajado al dejar de sentir que o bien era una persona importante con quien quería tener una relación romántica, o bien era una relación poco importante. Ahora no tengo dudas en considerar importantes a relaciones no románticas.

Lo que sigue sin gustarme es que no he conseguido el tipo de relaciones que me gustarían, en el sentido de los cuidados y del diálogo. Me gustan más las relaciones que tengo ahora, pero sigo sin llegar al punto que me gustaría. Tampoco he montado una comuna. Tampoco sé qué hacer con mi vida. Supongo que no se puede tener todo.

De momento me doy cuenta de que mi principal actividad es dejar de estar en guerra conmigo misma. Ser capaz de pactar creo que es un paso importante. Negociar y llegar a conclusiones útiles.

El punto de conflicto es que sigo pensando que debería ser capaz de hacer todo esto y además tantas otras cosas que no estoy haciendo. Y entonces creo que estoy siendo demasiado tolerante conmigo misma. Y vuelve la guerra. 

martes, 10 de marzo de 2015

Miedo

Desde que volví, muchas personas me han preguntado por Nicaragua, que qué tal me fue, que si me gustó, que si hacía mucho calor... Hace poco una, después de una de mis primeras respuestas vagas, me preguntó si había sido muy duro. Respondí alguna tontería, pero lo cierto es que sí.

Suelo decir que bueno, que no es para tanto, que total, entre los países de la zona es de los más tranquilitos. Pero luego recuerdo a Y. y esa mirada llena de miedo. Y se me hace un nudo en la garganta y recuerdo perfectamente porqué continuamente tenía ganas de volver a mi Barcelona. Ese miedo era insoportable (y sí, en otros lugares seguro que es mucho peor).

Creo que uno de los mayores privilegios con los que vivo es solo sentir ese miedo a sufrir violencia física extrema de manera puntual. He convivido con otros miedos toda mi vida, pero este es mucho peor. Viviendo en Barcelona, "solo" lo he sentido algunas noches volviendo a casa, o esa única ocasión en la que me atracaron, y quizá en algunas otras ocasiones. Pero no es algo constante. Ni es tan social. Algo de lo que se habla continuamente.

Los periódicos son básicamente sucesos. Los mismos taxistas te hablan de cómo en otros taxis te atracarían. Las conversaciones de la gente a menudo incluyen explicaciones de las cosas que pueden pasarte y de la prudencia que deberías tener. De una u otra manera, es difícil dejar de pensar en ello. En Barcelona tenemos una falsa sensación de seguridad (salvo en momentos en que hay alguna noticia que causa cierta alarma), en Managua la sensación es la opuesta. Y se nota en toda la ciudad, empezando por su construcción, con sus condominios y sus mansiones con guardas.

Cuando volví estaba eufórica, me duró días. Pero luego el miedo volvió. Miedo a finalmente conseguir que haya una revolución, que tenga éxito, y que lo que venga después sea peor en muchos sentidos.

domingo, 1 de marzo de 2015

Nada nuevo

De vuelta a Barcelona.

Mi vida es un privilegio de increíbles proporciones. Mi vida es un lujo. Y esta vez ni siquiera lo escribo con culpa.

Quiero una comuna. No sé cómo, pero la quiero, y la quiero ya. (Aunque quizá primero debería aclararme con qué quiero decir con esto)

Quiero niñxs en mi vida. Quiero una familia, un clan. Un grupo de personas a quien cuidar y que me cuiden. Quiero una red de afectos y cuidados que sea real y tangible.

Necesito estimulación intelectual. Creo que es el más inquietante de mis decubrimientos. Si no supiera que es imposible, creería que puedo morir de aburrimiento literalmente.

Quiero una vida sostenible. También a nivel energético. Y económico.

No sé si todo lo anterior es compatible.