lunes, 28 de marzo de 2016

Culpa

A menudo decimos que la culpa es una mierda. Que no deberíamos sentir culpa. Y diciendo esto nos ponemos una barrera que nos impide sentirnos libres de sentir culpa y nos impide hacer nada para gestionarla. El catolicismo y su culpabilidad serán una mierda, pero por lo menos le daban una solución: confesión y penitencia. En nuestros grupos y redes superguays no tenemos ningún remedio para la culpa. Sólo un: no deberías sentirte culpable, que a menudo solo consigue empeorar las cosas.

Creo que el ejemplo más gráfico que he visto de lo que es la culpa y la penitencia fue en la película La Misión. Donde uno de los personajes al principio de la peli mata a su hermano en un duelo. Y cuando se da cuenta se siente terriblemente culpable. Sí, es un machi y la razón por la que sucede además es especialmente machi, pero no cambia el tema del que escribo. ¿Cómo sigues viviendo cuando has hecho algo realmente horrible y eres consciente de ello?

Una “solución” típica es la negación y el hacerse fuerte en la idea de que todo es culpa del resto del mundo y tú solo una víctima del sistema que se encontró haciendo algo que no podía evitar. O incluso pensar que “se lo merecía” y cabrearte más y refugiarte en el cabreo perpetuo. Esto te convierte en un nido de violencia, porque para justificarte generarás más y más violencia, entrando en un bucle del que cada vez es más difícil salir.

En la peli optan por la solución de la penitencia. Consiste en cargar con un gran peso, que además es muy incómodo de mover, mientras suben una montaña. Y cuando finalmente llega, simplemente alguien lo suelta y manda su peso montaña abajo. Muy gráfico.

En otras pelis (especialmente de estados unidos), lo que se hace es una confesión pública. O si aún es posible hablar con la persona a la que le has hecho algo horrible, pedirle perdón a esa persona. Pero esto puede ser un problema, pedir perdón, según cómo, puede ser una técnica de manipulación emocional.


Ayer me pasé todo el día con un bloqueo emocional que no conseguía entender. Algo que suelo llamar “estado de shock” o saturación emocional. Es un estado en el que no sabes qué sientes ni por qué lo sientes. No puedes librarte ni aliviar lo que sientes de ninguna manera. No puedes llorar, la expresividad se complica mucho, y como no sabes qué te pasa, tampoco puedes contarlo. Sólo queda como un dolor que lo envuelve todo. Puedes aparentar que estás perfectamente, aunque realmente será básicamente apariencia. Quizá te cueste empatizar con nada ni con nadie, porque sencillamente no puedes absorber más emociones.

Sólo por la noche, cuando de hecho ya había pasado mi hora de dormir, conseguí entender qué me pasaba. Y en buena parte era un sentimiento de culpa brutal. Supe que finalmente lo había acertado porque empecé a llorar automáticamente. Con ansiedad, ahogo y sensación de descontrol. En algún momento conseguí dormir, pero hoy ha seguido. Las lloreras intermitentes que me parecen imparables. En algún momento de mi vida conseguí controlar bastante mis lloreras y en general solía darme permiso para llorar hasta que me cansaba y decidía que ya no quería más. Pero llevo una temporada en la que no puedo, las ganas de llorar me desbordan. Todo lo que siento me desborda.

El dolor no se ha ido. Es solo que ahora puedo identificarlo. Pero no puedo hacer nada realmente por cambiarlo. No tengo ningún mecanismo de reacción y gestión para esto.

Me siento como en una de esas pelis de acción en las que hay un malo muy malo que ha raptado o hecho cosas malas a una persona inocente. Y llega un punto en el que parece que ganan los buenos y han liberado a la persona inocente. Pero entonces resulta que el malo había dejado a la persona inocente programada para hacer algo horrible, y como todo el mundo se ha confiado nadie puede evitarlo. Siento ese horror, de haber hecho algo que me parecía lo peor del mundo. Tengo miedo de volver a hacerlo. Siento una tristeza brutal por todo lo que he perdido. Y me siento terriblemente culpable. E impotente. Daría lo que fuera por volver atrás, pero no puedo. Y llegados a este punto, nada de lo que haga puede remediar ni siquiera las consecuencias de lo que hice.