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sábado, 29 de agosto de 2015

Sobre no hablar

Durante mi infancia los comentarios y bromas sobre mi supuesta (y falsa) mudez eran una constante. Desde el clásico "¿qué te pasa? ¿se te ha comido la lengua el gato?" hasta los bienintencionados "deberías esforzarte por abrirte más". Porque "abrirte más" significa "hablar más", aunque sea de absolutamente nada, que es lo que hace la mayoría de gente. (Mentalmente lxs mando a la mierda colectivamente)

A veces pienso que eso forma parte de mi oscuro pasado, casi casi, como si hubiera sido otra persona. Pero tarde o temprano vuelven a darse situaciones de esas que creía olvidadas. Como ayer mismo, cuando entré a una tienda y un hombre se puso a hablarme así porque sí, y yo me limité a sonreírle y tratar de decirle telepáticamente "deja de hablarme, no me apetece escucharte y no me apetece contestarte". Se hartó al poco rato y pude seguir con lo mío con mi confortable silencio. Luego, pensando me di cuenta de llevaba días sin hablar en voz alta. Tanto, que me supuso un esfuerzo recordar cómo se hacía cuando al poco rato llegué a la caja y me obligué a unos mínimos de sociabilización.

Siempre me parece muy complicado explicar(me) por qué es así, por qué hay momentos en los que hablar me resulta tan difícil. Por una parte es un tema mental, mi mente está metida de lleno en otros pensamientos y se siente perfectamente en su medio, y salir de ahí para meterse en algo tan complejo como las relaciones humanas, con todas sus normas complejas y absurdas, es muy difícil y le apetece muy poco. Creo que es parecido a la sensación de dejar de estar de vacaciones y ponerse a trabajar, incluso aunque sea un trabajo que te gusta y te apetece, siempre requiere un esfuerzo mental inicial más intenso. Y luego también lo siento como algo físico. Es como si mis mandíbulas, mis cuerdas vocales y mi lengua no supieran cómo moverse.

A veces sencillamente no consigo hablar. Recuerdo la vez que lo noté más claramente, una situación con una tensión emocional enorme. Intenté obligarme a decir hola, pero no lo conseguí. Creo que incluso me obligué a abrir la boca un poco, a ver si así salían las palabras, pero no funcionó. Fue como si una parte de mi cuerpo me traicionara. Y sentí miedo, y creo que nunca he dejado de sentirlo desde entonces (ese miedo en particular, otros muchos ya los llevaba conmigo). Creo que dejar de dar por supuesto algo siempre tiene este efecto de cambio de perspectiva. La mayoría de gente asume que hablar es algo voluntario y que la única dificultad puede ser decidir qué decir (porque una vez lo decidas, podrás hacerlo sin más). Yo sé que para mí no es así, que a veces no funciona.

Esto también lleva a otra cosa curiosa, desde un punto de vista externo. Y es que puedo pasar de estar totalmente en silencio, o en modo monosílabos (cuando me sale reducir al mínimo posible la verbalización), a hablar en modo discurso, con frases muy complejas y/o en modo agresivo (a veces involuntario). La timidez es incomprendida y a menudo se la trata con paternalismo, pero se la tolera bastante e incluso puede parecer encantadora. Pero cuando no es timidez porque puedes hablar "sin ningún problema" (aparente), la incomprensión aumenta y el rechazo también.

Creo que todo esto aumenta mi miedo a la interacción social. No es solo el tener que aprender las normas sociales, y aprender qué decir cuando no hay nada que decir (solo escribirlo me mete el mal rollo en el cuerpo), es también saber que en cualquier momento puedes colapsar y que entonces todo será un mierda muy grande. No solo por lo desagradable que sea ese momento en sí, sino porque ese momento tiene la capacidad de llevarse por delante relaciones que llevas meses o años currándote. Y si hay personas "nuevas" delante, salir del armario de "bicho raro" sin poder elegir ni poder evitarlo.

Lo peor siempre siempre es eso: el rechazo social. Todo lo demás puede ser difícil de gestionar, pero lo que lo convierte en insoportable (sensación de insoportabilidad, que es mentira, porque seguimos aguantando) es el rechazo social.

jueves, 20 de agosto de 2015

Agua

El derecho al agua es uno de tantos sobre los que no suelo escribir y que son fundamentales. Estando en Nicaragua fue uno de los temas sobre los que aprendí un poco más (no mucho). Estuve en una reunión de un grupo de los que intentan autogestionarse el acceso al agua, con aportación de ONGs varias. Para acceder a estas aportaciones tienen que comprometerse a pagar el mantenimiento posterior. Una cantidad que según los estándares europeos parecería una miseria. Y sin embargo este era el punto sobre el que discutían, cómo conseguir que todas las personas de cada grupo pagaran su parte. Y los problemas que se derivan del impago: el riesgo que supone que una de las personas del grupo ponga el dinero que falta confiando en que quienes no han pagado lo acabaran haciendo. La solución que buscaban era crear personas jurídicas con capacidad de endeudarse, y el siguiente problema: quién hace los trámites y quién los paga.

Luego estuve hablando con M. sobre toda esta historia, y ella decía que en realidad sería mucho más útil invertir dinero (por parte de las ONG) en pagar todo el proceso legal para demandar al estado y exigir que garantice el acceso al agua para todas las personas, y que lo mismo sucede en tantos otros lugares.

El acceso al agua intersecciona con "todo". Es obviamente una cuestión de riqueza, clase, y también, de género. Prácticamente en todo el mundo son las mujeres las que se ocupan de conseguir agua. Es uno de esos temas que el feminismo blanco demasiado a menudo olvida. Luego, por supuesto, también intersecciona con la opresión racista y tantas otras. Al final todas las opresiones tienen consecuencias en el acceso a los recursos y a la vida misma.

En esa reunión sobre cómo conseguir constituir personas jurídicas por parte de personas cuyo único interés es tener agua se vieron reflejadas muchas de estas opresiones paralelas. Empezando por el lenguaje y las formas. Una presentación formal, medio presentación de empresa, medio clase para criaturas. Elitismo y paternalismo. También, algunos comentarios machistas, alguno de los cuales fue contestado por una de las pocas mujeres presentes. Y presunción generalizada de que quien no paga es porque no quiere. Y que a esas personas lo mejor es cortarles el agua y así ya verás que sí que pagan.

Marché hace meses y aun no sé. Es lo único que conseguí concluir: no sé.

miércoles, 1 de julio de 2015

Quiero ser antinatural

Cambiar los gustos. Reprimir las emociones. No salir corriendo, no despreciar, no dejarse llevar por el primer impulso. Ser anti-natural.

Veía hace unas horas como una experta (no sé en qué) decía que para ligar hay saber elegir el lugar de la cita, porque el efecto del contorno se nos mezcla en lo que sentimos por las personas que hay en él. Y puestos a que afecte, mejor lo controlamos. Hablaba también del poder evocador de los sentidos, algo que también debe ser controlado para causar el mejor efecto, claro.

Hasta ese punto somos emocionales. Mezclamos emociones de causas diversas entre sí.

Supongo que una guerra contra los impulsos emocionales es una guerra perdida. Lo hablaba con un amigo, le decía que es terriblemente injusto cómo valoramos a la gente, y cómo nos valoran. Y lo mezclaba con todo el tema de la diversidad neurológica y de las opresiones en general. Él me decía que sí, que es muy injusto, pero que una vez ya me he dado cuenta, es mejor que lo asuma y trate de vivir mi vida preocupándome de mí. "No intentes cambiar lo que no puede ser cambiado".

Por supuesto, no le hago caso. Si dejo de intentar cambiar todo lo que necesito que cambie, me ahogo, así que no es una opción. Pero sí me doy cuenta de que es un problema sin solución.

He intentado cambiar mis gustos. Lo he conseguido. Los he ampliado mucho más de lo que creía posible. He superado muchas de las barreras mentales que tenía inicialmente. He conseguido ser capaz de valorar cosas que no se suelen valorar, como la honestidad real (que implica a menudo ser leíde como bicho raro), la capacidad de mostrarse vulnerable, actuar realmente intentando que las otras personas estén a gusto, interesarte por respetar (especialmente los límites del resto de gente), etc.

Y aun así sé que sigo siendo terriblemente injusta. Por ejemplo, no me siento igual de cómoda con todas las personas que me gustan y sé que eso es difícil de cambiar, porque choca con mis propios límites, mis propias rarezas. Tampoco confío igual, por lo mismo. Ni perdono igual. Y me jode un montón que sea así.

Según voy aprendiendo más sobre mí, fijándome en todas esas cosas que hasta ahora había interpretado como "rarezas mías" (y en otras que ni siquiera entendía que fueran distintas a la mayoría de gente), más cuenta me doy de lo injusta que es la percepción humana en general. Si una persona te mira obsesivamente porque está preocupada por ti, te quedarás son la sensación de "no quiero que me mire tanto", y apenas te darás cuenta (si es que lo haces) de que está intentando que estés mejor. Si una persona no te mira en absoluto, te quedarás con la sensación de que pasa de ti, aunque racionalmente sepas que quizá no te mira por cualquier otra razón y que quizá te esté escuchando atentamente.

Checklist of Neurotypical Privilege.
"37. If I fail to understand autistic people, this is attributed to a deficit inherent in autistic people rather than in me."
(Privilegio Neuro-Típico: Si fallo en entender a las personas autistas, esto se atribuye a un déficit inherente a las personas autistas y no en mí.)

Todo se resume en esto. Si una persona autista no entiende a una persona neuro típica, es culpa de la persona autista. Si una persona neuro típica no entiende a una persona autista (algo que sucede continuamente), también es culpa de la persona autista. Cambia "persona autista" por cualquier persona con un comportamiento atípico y sigue siendo así. Por mucho que intentes explicarlo, por muy racionalmente que argumentes que esto no debe ser así, seguirás chocando contra este privilegio repetidamente.

jueves, 22 de enero de 2015

Ansiedad social

Ayer la bombona de gas se terminó. El sistema que tenemos en casa no consiste en tener varias bombonas de repuesto y cambiarlas por nuevas cuando es conveniente, sino que solo hay una bombona y cuando se termina hay que llamar (por teléfono) para que traigan otra. La parte buena es que el servicio es muy rápido, en menos de media hora tienes una bombona llena. Pero para mí tiene una dificultad muy seria: la necesidad de llamar.

Luego por la tarde el plan era quedar en un bar con otras personas. Personas a las que yo no conocía, pero que mi hermana quería presentarme. En principio, parecía que ella vendría a buscarnos (a mí y a mis sobrinos) para ir hasta allí, pero luego vio que no le daba tiempo, así que contactó con un taxista para que nos viniera a buscar. Es decir, hizo buena parte del trabajo más difícil para mí, contactó con estas personas y concertó la cita (varias llamadas para ello), y llamó también al taxista para que viniera. Y aun así, una parte de mí temblaba pensando que yo no sería capaz de hacer la parte restante, subir al taxi con mis sobrinos e ir hasta allí. Simplemente porque era ir a ver personas desconocidas en un país desconocido, subiendo en un taxi con un taxista que seguramente esperaría de mí que le acabara de dar indicaciones sobre la dirección y con quien (¡horror!) se supone que yo debía negociar el precio antes de salir. Esto último no llegué a hacerlo, pero por lo menos llegamos donde teníamos que llegar y hablé con quien tenía que hablar.

Ansiedad social. Ayer fue un día muy tenso. Como lo han sido muchos desde que llegué. Estamos en una casa que parece que estuvo vacía bastante tiempo, y aunque en general está bien, le van saliendo cosillas que hay que reparar. Y me toca buena parte de la función de supervisión. Cuando tengo a la gente físicamente delante lo llevo bastante bien. Salvo los momentos en que intentan ligar conmigo, que no sé cómo reaccionar, pero tampoco son todos. Podría ser mucho peor. Lo que llevo peor es que la gente que viene a arreglar cosas a menudo es gente que no sabe donde está la casa, y aquí las direcciones no son fáciles de dar. Desde el lugar X (conocido por todo el mundo en esta ciudad), 4 cuadras al este, luego una al norte, verá que hay el lugar Y, y de ahí, 3 casas a la izquierda, hasta que vea un portón metálico rojo. A lo que te preguntan, pero entonces, ¿está al lado del lugar Z, delante de la casa de la señora W? Y claro, no basta dar la dirección una vez. Suelen llamar justo antes de llegar para acabar de pedir indicaciones. Llamar, sí, por teléfono. La mayoría de gente no suele entenderlo, pero para mí, solo el sonido del teléfono ya me pone en alerta, como si fuera el aviso de un terrible peligro. Aunque Nicaragua tiene algunas ventajas en esto, aquí la costumbre de hablar con completos desconocidos es tan común que la gente no se pone nerviosa al hacerlo, hablan con naturalidad (signifique lo que signifique eso), y eso facilita que pueda disimular un poco mejor mis nervios, porque no tengo la sensación de que me estén estudiando con tanta atención como en Barcelona.

Después de 29 años (casi 30) luchando contra la ansiedad social, puedo decir que no es algo que yo haya elegido. Si de repente, por arte de magia, pudiera hacer que "se me pasara", por supuesto lo elegiría, y llamaría por teléfono felizmente, y conocería a toda esa gente interesante a la que siempre he querido conocer, y ligaría un montón. Pero especialmente, si me encontrara con una persona con ansiedad social no le pediría que lo supere. Como si fuera una elección de esa persona. Tampoco la forzaría a llamar por teléfono con argumentos como, "yo ya he llamado muchas veces, ahora te toca a ti" (como si fuera lo mismo para ambas). Si estando en una reunión social, viera que está entrando en pánico, tendría paciencia con ella, trataría de escuchar qué es lo que cree que más le conviene en ese momento, y no la juzgaría ni la miraría como a un bicho raro, no le dedicaría mi cara de "¿qué está mal contigo?". Si viera que no liga, no asumiría directamente que es una monja o que el sexo no le interesa, como si el deseo fuera lo único que importa. Intentaría ser clara con mis intenciones, intentaría decir con palabras qué es lo que espero de nuestra relación, intentaría poner en palabras las normas no escritas. O por lo menos, haría eso, si esa persona me indicara que su ansiedad social tiene orígenes parecidos a la que tiene la mía ahora. Y por supuesto, intentaría valorizarla como merece, tanto dentro de mi cabeza, como en mis actos al relacionarme con ella.

viernes, 3 de octubre de 2014

Nombrar la locura

Leo un texto hablando de Asperger. Otro más, casi de casualidad. Y como las otras veces me encuentro comparandome. Con la sensación de que habla de mí, pero no. Porque en algunas cosas no me parezco en nada. Y sin embargo, me cala esto de "No es fácil darse cuenta de que eres diferente de los que te rodean, de que no interpretas la realidad como ellos."

Y entonces empiezo a darle vueltas a esto de la psiquiatrización. Cómo todo se convierte en un transtorno mental. La necesidad de nombrarlo para que exista. El marcar la línea de lo enfermo y lo sano. La palabra "discapacidad".

"Aunque puede parecer impactante que te digan que has nacido con una discapacidad, la verdad es que saberlo ayudó a que mi familia y mis conocidos entendieran un poco mejor mi manera de relacionarme con los demás. Y dejaran de inquirirme porque no me relacionaba al mismo nivel que mis semejantes."

Nombrar algo que me sucede, llamarlo discapacidad, para que la gente de mi alrededor deje de prentender que sea de una manera distinta a la que soy.

Y entonces recuerdo ese día, hace unos meses. Cuando fui a una charla que me hacía mucha ilusión, y se llenó de gente. Había mucha gente en muy poco espacio. Y yo conocía a muchas de la personas que estaban, así que tenía como cierta obligación de actuar en consecuencia, saludar, sonreír, hablar un poco aquí y allá. Empecé a ponerme nerviosa Me puse más nerviosa que de constumbre. Ansiedad. Subiendo. Intenté las cosas que suelo intentar cuando me sucede esto. Pero mis recursos demostraron ser insuficientes. Hasta el punto de decidir marcharme.

Y se lo dije a M, que estaba ahí. La única persona de quien sabía que tenía que despedirme sí o sí. Cuando le dije que me iba empezó el ritual de quejas, "pensaba que vendrías a cenar". Pero cuando dije claramente "me estoy agobiando demasiado", el ritual se detuvo de golpe. Me dijo que de acuerdo, que ya nos veríamos otro día y me dio un abrazo.

Si la gente actuara como M ese día, no haría falta nombrarme loca, enferma, discapacitada.

Otro día hicimos un gráfico de grados de privilegio en distintos ejes. Uno de ellos era, por supuesto, diversidad funcional. No se trata de decir "qué grado de discapacidad tengo", sino "qué grado de privilegio tengo por funcionar de una manera más parecida a la de la mayoría". No me puse el 100%, porque considero que manera de relacionarme con la gente es muy incomprendida.

Me doy cuenta de que me afecta mucho más de lo que pueda parecer. Por ejemplo, cuando conozco a alguien que me parece interesante, suelo asumir que no será capaz de entenderme cuando vea mis rarezas en todo su esplendor. Por mucho que avise de entrada de que no soy muy sociable, es más probable que me discutan que no que se lo crean. Y entiendo que me discutan, he conseguido aprender a fingir estar bien incluso cuando estoy al límite de lo soportable. Tanto, que también he tenido que aprender a decir verbalmente que no estoy bien. Sé que no soy la única. Primero aprendemos a fingir que no sentimos lo que sentimos, luego aprendemos a fingir que sentimos lo que sentimos, tanto penas como alegrías, y entonces las exageramos, porque es la única manera de establecer comunicación emocional.

Pienso mucho en los códigos de conducta y los rituales diarios. Pequeñas rutinas de apariencia espontánea y natural. ¿Qué es la naturalidad? Otro ritual más. Tan común como borrar continuamente los errores que cometo mientras escribo por ser diléxica, palabras escritas al revés, borradas y reescritas para dar una apariencia de lenguaje fluido y natural.

Aprendo los rituales. Buena parte de ellos los aprendo de manera consciente. La mayoría lo hace sin darse cuenta. Saber esto es un universo de diferencia. Me relaciono como una persona "normal" hasta que choco contra una de las fronteras de mi conocimiento. Y entonces alguien se da cuenta, lo veo en su mirada, que me dice "qué es esto que veo en ti y no es lo que debería ser", o "por qué no estás haciendo lo que se supone de debes hacer". No es que haya una respuesta única para cada situación. Hay unas cuantas, pero un número limitado. Cuando sucede esto, en mi cabeza resuena un "mierda", como si me hubieran pillado en fatal error. O engaño. ¿Es engañar fingir ser yo? Es un instante de terror, terror a ante esa persona dejar de ser yo y pasar a ser simplemente "ese bicho raro".

Me asumo loca, rara, enferma. Solo yo, sin sistema médico que dé su aprobación. Me asumo todo eso y más para que nadie más tenga el poder de hacerlo antes.

lunes, 28 de abril de 2014

L

17 de mayo, día contra la homofobia (aunque algunxs preferimos, "contra la LGTBfobia")
28 de junio, día del orgullo (o de la liberación) LGTB+
23 de setiembre, día de la bisexualidad
Octubre, octubre trans (no sé si hay un día más específico, shame on me)
1 de diciembre, día contra el VIH/SIDA
26 de abril, día de la visibilidad lésbica

Estos son los días que me sé, dichos de memoria. Se me dan mal las fechas, así que supongo que es un gran cosa que me acuerde de éstas.

Creo que este es el primer año que hago algo en el día de la visibilidad lésbica.

lunes, 27 de enero de 2014

Actos premeditados

Hace tiempo escribí sobre el libro "Calibán y la Bruja". Hablaba de las tierras comunales y cómo se habían privatizado y cómo esa privatización había perjudicado a las comunidades y muy especialmente a las mujeres de esas comunidades. Aquí un artículo sobre cómo sucede esto: "Así ha expulsado una empresa española a 600 personas de sus tierras en Guinea Bissau" (de eldiario.es).

También hablaba de cómo atacando a las mujeres se ataca a las comunidades. Y de la relación entre machismo y racismo y de cómo suceden por lo mismo y persiguen los mismos objetivos: dividir y debilitar a la población. Aquí otro artículo que lo refleja: "Las exiliadas del ‘femigenocidio’" (de Píkara Magazine). Un breve fragmento:

"Para ejecutar dicha campaña, las mujeres fueron nombradas el enemigo interno y el blanco de todo tipo de violaciones, bajo la idea de si quieres acabar con un sector de la población, acaba con sus mujeres y acabarás con todo. Actos premeditados y misóginos fruto de una política de Estado que utilizó el cuerpo de las mujeres como campo de batalla y que acabó con la vida de más de cien mil."

Lo que tiene Calibán y la Bruja es que cambia la perspectiva y permite ver cosas como éstas de otra manera, con más contexto, como parte de un proceso algo más complejo que meros casos aislados que se van repitiendo.

viernes, 3 de enero de 2014

Cuestionarse

La mosca cojonera cuenta que esto del poliamor o de las relaciones no-normativas puede ser más complicado de lo que parece de entrada (partes 1, 2 y 3). Creo que está bien tenerlo en cuenta, tomar decisiones pensándolas un poco y poder recordar las propias razones cuando las cosas se complican. Muy especialmente esto último, las cosas tarde o temprano se complicarán, así que más vale que sepas por qué lo haces. No es la primera vez que leo comentarios suyos en la misma línea...

Cuando escribí "soy bisexual" por primera vez en algún lugar de internet, alguien anónimamente me respondió que no siempre el camino más complicado es el bueno, es decir, sugiriendo que quizá me equivocaba, que quizá para mi era mejor un camino más fácil, es decir, que igual era yo hetero y estaba autoconvenciéndome de ser bisexual solo por complicarme la existencia. Según fue pasando el tiempo descubrí que es una reacción bastante habitual cuando alguien dice ser bisexual, pero no es este el tema.

Está muy bien preguntarse si estás siguiendo el camino que quieres. Está muy bien dudar. Lo que me gustaría es que se extendiera este hábito. Que cuando una persona dice o da a entender que es monógama, alguien le pregunte si está segura de que eso es lo que quiere ser. Que si alguien dice o da a entender que es hetero, automáticamente salte la pregunta, ¿pero ya te lo has pensado bien? Que a todas las personas cisgénero, al proclamar su género a los cuatro vientos, les hicieran la pregunta unánime ¿y cómo lo sabes?

Porque siempre somos lxs mismxs quienes tenemos que cuestionarnos. Porque ellxs nunca lo hacen. Porque lo difícil de ser no-hetero, no-cisgénero, no-monógamo* es ser minoría, es tener que ir contracorriente, es la inercia que siguen quienes no se cuestionan. Me gustaría que por lo menos una breve época en sus vidas tuvieran que planteárselo, sentir temblar sus cimientos, sentir el miedo, la falta de referentes, la necesidad de una comunidad de personas que hayan pasado por la misma experiencia. Me gustaría que por lo menos una vez en sus vidas, ellxs fueran lxs rarxs.


(*) Y tantas otras etiquetas asociadas a maneras de vivir no normativas. Que son muchas.

miércoles, 2 de octubre de 2013

De armarios y privilegios

No se me ocurriría juzgar a una lesbiana en el armario. Lo entendería como supervivencia. Podría decir que no lo haría porque sé lo que es la homofobia y la lesbofobia, sé lo agobiante que es no poder ir tranquilamente por la calle con una persona que te gusta. Pero lo entiendo mejor por todas las historias que me han contado. Historias en las que la mayoría de personas que las protagonizan consiguen ser razonablemente felices, pero solo después de superar muchos más obstáculos de los que deberían ser.

No sé me ocurriría juzgar a personas que están más o menos al mismo nivel de escala social que yo cuando tratan de sobrevivir como pueden. Mucho menos me creo con derecho a juzgar a personas sobre las que yo tengo un privilegio.

¿Con qué derecho podría juzgar yo a una lesbiana negra sudafricana que vive en el armario? ¿Con qué derecho podría juzgar a una persona transexual o transgénero en prácticamente cualquier lugar del mundo que vive en el armario?

Igual llega un día en que una mujer transgénero que vive como tal pueda acceder en las mismas condiciones que una mujer cisgénero al mercado laboral (ya no digo en las mismas condiciones que un hombre cisgénero, que sería lo suyo, que todas las personas estuvieran al mismo nivel). Igual algún día la muerte de una persona transgénero importa tanto como la muerte de una persona cisgénero. Igual algún día una mujer transgénero pueda circular por la calle sin correr el riesgo de ser agredida por el mero hecho de ser, o igual el riesgo de sufrir una agresión llega al mismo nivel que tenemos las mujeres cisgénero, que tampoco es el ideal pero es bastante más bajo.

Mientras no llega ese día, no creo que yo (con todos mis privilegios cisgénero) sea nadie para juzgar a una mujer transgénero que actúa socialmente como hombre. No seré yo quien juzgue que en realidad en realidad no es una mujer transgénero sino un machirulo infiltrado. Y mucho menos seré yo quien coloque su armario al mismo nivel que el abuso de algunos hombres cisgénero, blancos y heterosexuales dentro de círculos feministas.

Luego dirán que los hombres con privilegios de hombres no deben hablar en círculos feministas, sino callar y escuchar. Quizá sería bueno aplicarse el cuento y callar y escuchar en temas de transgenerismo y transexualidad.

Otro tema es que a nadie se le debería permitir poner en práctica abusos machistas. "A nadie" incluye también a las mujeres que actúan como machirulos (aunque no sea lo mismo, aunque no estén en el mismo nivel social que un hombre reconocido socialmente como tal).

domingo, 21 de julio de 2013

Calibán y la bruja

Esto es lo que tengo ganas de hacer: construir un castillo de arena grande grande. Y luego coger una maza y destrozarlo.

¿Por qué es tan esencial Calibán y la bruja? Pues porque cuando lo lees ves como nos han convertido en un castillo de arena. Han eliminado la cohesión social de forma sistemática. Siguen haciéndolo en los lugares donde aun existe. Y quizá mirando en la historia puede quedar alguna duda, pero ahora no; lo hacen deliberadamente.

Miramos una peli cualquiera "del oeste". Deciden que necesitan una cabaña, así que la construyen. Aquí, con todas nuestras "riquezas" no podemos construirnos una cabaña. Esto no sería demasiado grave si las riquezas creadas sirvieran a todo el mundo. Pero no, nuestras riquezas son particulares, no colectivas. Esta es la diferencia entre lo colectivo y lo particular. Cuando existe lo colectivo, trabajar mucho sirve de algo, por poco que sea. Cuando no existe, puedes encontrarte que por muy buena voluntad que tengas, de nada sirve todo tu esfuerzo. Nos han robado nuestra capacidad productiva.

Yo no tengo nada. Todas mis propiedades son nada. Lo único que tengo de valor son las relaciones humanas.

Calibán y la bruja es esencial porque al leerlo ves con total claridad cómo el machismo es la gran herramienta para eliminar la cohesión social, dinamitar las relaciones humanas, lo único de valor que tienen quienes no tienen nada. El machismo y el capitalismo la misma mierda son, porque el mismo propósito tienen. Más poder en manos de quien tiene más poder, y menos poder en manos de quien menos tiene. Y en ambos casos, se consigue de manera que quien menos tiene tenga la impresión de que está ganando, cuando en realidad solo pierde. Y pierde y pierde y pierde.

Los seres humanos valorados únicamente en función de lo que pueden aportar al capital. No solo a ojos del capital, no. También para el conjunto de la sociedad. Hasta ese punto han ganado. (De todo esto tengo algunos ejemplos cercanos de los que ojalá, cuando haya pasado tiempo suficiente, pueda escribir)

La historia que cuenta Calibán y la bruja es la historia de una derrota. Nuestra derrota.

Esto es lo primero. Luego hay muchas más cosas interesantes.

Me llamó la atención el tema de la prostitución. Cómo se anima desde el poder (masculino) cuando interesa, y luego se persigue porque deja de interesar. Primero consiguen que las mujeres solo tengan su propio cuerpo. Luego les dicen que su cuerpo no es suyo. El cuerpo de las mujeres en el centro de las disputas por el poder. Y la sexualidad femenina como poder que quienes tienen el poder no pueden controlar, así que primero lo intentan y luego lo criminalizan.

El tema de la sexualidad femenina es interesante porque refleja la evolución en la percepción social que se tiene de las mujeres. No es cierto que siempre se haya visto a las mujeres como seres asexuales. Esto también es provocado artificialmente. Por eso defender que las mujeres son naturalmente más válidas para las tareas moralmente más pulcras (los cuidados abnegados, la carga del trabajo doméstico, o incluso el estudiar duramente) también es muy machista.

Y está el tema del control de la natalidad. La historia de cómo el control de la natalidad pasa de estar en manos de las mujeres a estar en manos del poder (masculino). Mientras el control lo tienen las mujeres, se benefician ellas, se benefician sus familias y se beneficia la población general. Una población más escasa provoca que haya menos escasez de recursos, con lo cual, quienes tienen el poder, tienen más complicado abusar de él. "Expropiar" el control de la natalidad es el primer paso para el control de la población, y en consecuencia, de la mano de obra.

El racismo, no como algo innato en la condición humana, sino como algo fomentado igual que el machismo, con las mismas estrategias y con los mismos objetivos. La blanquitud como vía para "naturalizar" la opresión. Y tiene guasa, porque sigue funcionando. Feministas racistas, y personas en lucha activa contra el racismo que fomentan el machismo. Cuando el poder es mundial y globalizado, también debe serlo la resistencia.

La "conquista" de América como vía de escape para el poder europeo. El poder se ejerce simultáneamente en diversos lugares, pero la resistencia solo se presenta localmente.

Y el capitalismo... qué decir del capitalismo. En la línea de lo escrito tantas veces. Que no libera a nadie más que a quien tiene poder. Que la prosperidad que tenemos aquí (en Europa) es gracias a la opresión en otros lugares, no a las bondades del capitalismo. Que la "solución" del capital ante cualquier "crisis" siempre es la misma: más expansión, más opresión.

La esclavitud. ¿Sabes cuando acabó la esclavitud en Europa? Yo me lo he preguntado muchas veces. Porque el fin de la esclavitud en Estados Unidos es famoso, pero en Europa no se habla de la propia esclavitud. En este libro también se habla de esto. Y de cómo la esclavitud fue fatal para lxs trabajadorxs de Europa (igual como ahora es fatal para nuestros salarios que en otros lugares se pueda explotar a la gente).

La ciencia como herramienta para el poder; ¿qué es ciencia y qué no? Ahora quizá podamos establecer algún criterio objetivo, pero no fue así en los inicios de la ciencia, momento en el que la respuesta era puramente política. La ciencia era lo correcto, la brujería, lo que debía ser perseguido. "Casualmente", la ciencia era cosa de hombres y la brujería de mujeres; la ciencia era una actividad casi individual, y la brujería, en sus inicios, colectiva. (En esta parte me acordé mucho de quienes ahora hablan despectivamente de "magufos")

Curiosidades varias:
- Ya en el siglo XVII se habla de la "vagancia" como elemento por el cual una nación es menos productiva que otra. Ahí seguimos (todos nuestros problemas existen porque "no somos como los alemanes", aunque los propios alemanes no son como los pintan).
- El "canibalismo" también existía en Europa.
- En las décadas de los 80 y de los 90 seguían habiendo persecuciones de brujas en África y América Latina, aunque difícilmente llegaba a hablarse de ello en Europa. Me pregunto si se acabaron o siguen estando.

miércoles, 10 de julio de 2013

Homofobia policial

Han pasado días, pero hay gente que no se enteró. Hablo de la redada en locales LGTB+ del Raval (Barcelona). Esos que no son del gayxample. Lo leí primero en eldiario.es. Luego he ido leyendo más cosas en lugares distintos, siempre con la duda persistente de qué es lo que buscaban los mossos (policía de Cataluña). De personas que lo vivieron en directo, aquí y aquí. Por internet hay bastante más publicado, pero tampoco creo que sea buena idea sobresaturar. Lo importante es que se difunda, que sepamos lo que hay.

martes, 9 de julio de 2013

Vamos provocando

Pikara colapsa, seguramente por la cantidad de visitas al artículo de Tetas y toros. El artículo en cuestión se ha llenado de comentarios, a cada cual más machista. Decir que una mujer que enseña las tetas igual no quiere que la manoseen al parecer es super feminazi. El argumento de que quizá tampoco ha sido ella la que ha elegido ponerse en esa situación, tampoco les parece lo bastante convincente.

Me ha recordado a cierta discusión de hace años. Él me contaba cómo en los conciertos de un determinado grupo heavy era práctica común que una de las chicas del público subiera al escenario y enseñara las tetas. A uno de los conciertos a los que asistió, subió un chico y una chica. Del chico se esperaba que hiciera un poco el tonto con el grupo. De la chica, que enseñara las tetas. La chica se negó, y a continuación le indicaron que bajara.

Me lo contaba y veía el machismo evidente. Pero a continuación añadía que no entendía para qué había subido la chica si "ya sabe lo que hay". Y yo me cabreaba. Y él no entendía por qué.

Este es el gran argumento de los comentarios del artículo, "si ya saben lo que hay, que no vayan si no lo quieren". En catalán hasta hay un dicho: "si no vols pols, no vagis a l'era" (si no quieres polvo, no vayas a la era). El argumento definitivo. Si a una la agreden o la violan, es porque lo andaba buscando.

Conclusión, una debe autolimitarse los lugares a los que va. No debe subir a ese escenario, no debe participar de la forma que más le guste en los sanfermines, no debe manifestarse en la plaza Tahrir, no debe, no debe, no debe... Por su propio bien, mejor que se quede en su casa. O ya ni viva, porque hasta en su casa puede que vaya provocando a los pobres machos indefensos que no tienen más remedio que agredirla sexualmente.

Me ha recordado también a una entrevista que leí/oí hace muchos años (la tengo en mente como una nebulosa, no sé ni donde ni a quien ni nada). Comparaban la censura de la dictadura con la autocensura de ese momento (antes del boom de internet, cuando la información se transmitía por televisión o a través de los periódicos). Llegaban a la conclusión de que la autocensura era mucho peor, porque no había un límite claro, sino que era una idea difusa basada en el miedo, que conseguía que lxs periodistas limitaran mucho más la información que daban que una censura oficial.

jueves, 4 de julio de 2013

Quien lo vale

Dice que no me preocupe de ellos. Bueno no, dice que no me va a decir eso. Pero eso es lo que piensa. Que no me preocupe. Porque "ellxs han elegido ese tipo de vida", no como otras personas que han seguido un camino "más convencional". Una no debe preocuparse por las personas que viven de forma no convencional. Si son parias es porque lo merecen.

Y de nuevo, quien me dice esto también dice ser de izquierdas.

jueves, 27 de junio de 2013

Transfobia

Contexto: una charla sobre LGTB-fobia (homofobia, lesbofobia, transfobia, bifobia y otras fobias del mismo estilo), con varixs ponentes.

Una persona del público pregunta por los posibles problemas en la adopción o en la creación de familias. Empieza respondiendo una lesbiana. Luego un gay. Y luego salta la mujer transexual y dice que ella eso ni se lo plantea, que como socialmente se la considera una enferma, no tiene opción de adoptar, que como mucho se conformará con sobrinos, las hijas de un vecino, o con un perrito.

La gente ríe.

Algo me hace crack. Ni siquiera se lo preguntaban a ella. Ni siquiera nadie se lo plantea.

Lo de la T es tantísimo más grave, que hablar de LGB-fobia al lado de la transfobia es casi insultante.

domingo, 9 de junio de 2013

Fase creativa

Cuántas cosas sobre las que escribir.

Privacidad: qué contar y qué no contar. Ganas de escribir cosas demasiado íntimas sobre otras personas. Cosas que creo que merecen ser difundidas, pero que me dijeron en confianza. No puedo traicionar esa confianza. También, a veces, ganas de contar cosas sobre mi vida que supondrían exponerme demasiado a mí y a personas cercanas a mí. Dilemas, dilemas...

Qué quiero ser de mayor. Aun no lo sé. Dicen que tienes que hacer algo que te apasione. A mí me apasionan muchas cosas. Es como eso de que llega un momento en tu vida en que ves a la persona que va a ser tu gran amor y lo sabes. Ya, bueno, yo tengo muchos grandes amores, tanto en forma de personas como de temas a los que me gustaría dedicarme. ¿Cómo elegir? ¿Es indispensable hacerlo?

El caso 4F consigue salir en el telenoticias de mediodía de la televisión pública catalana. Cuando lo he visto me he puesto a llorar. (No he encontrado el vídeo colgado, pero supongo que lo estará en las próximas horas). También hablan del tema en eldiario.es.

Sexo, género... Sexo entendido en ambos sentidos. ¿Es misógino que un gay diga que le dan asco los coños? ¿Es misándrico que una lesbiana diga que le dan asco las pollas? ¿Es tránsfoba una persona bisexual a la que no le atraen las personas con cuerpos en tránsito? ¿Es transfilia que una persona pase a gustarte un poco más al saber que es trangénero o transexual? A mí me pasa con todas las personas LGTB+, al saber que lo son, ganan un minipunto.

Qué gustazo volver a ver Tomboy rodeada de personas LGTB+. Y acabar planteándome por enésima vez mi propio género. (Ahora pienso que escribir "qué gustazo plantearme mi género" igual suena un poco raro... pero cuando no tengo presiones tránfobas, así es como lo vivo yo). Esta vez he visto más claramente la lectura lésbica, pero incluso así, me sigue pareciendo muy trans todo, por todo el planteamiento sobre género que supone.

Y mucho mucho más. Supongo que esto es una fase creativa.

jueves, 16 de mayo de 2013

T

En mi entorno hay una persona a la que le gusta especialmente hablar de cine. Hace unos años, tras su insistencia, decidí hacerle una lista con las pelis que consideraba indispensables. Todas tenían temática LGTB+. En general no me gusta pensar en "favoritos" (colores favoritos, números favoritos, etc.), pienso que no hay ninguna necesidad de elegir entre los distintos gustos, me pasa un poco como a Mafalda cuando le preguntan si quiere más a papá o a mamá. ¿Para qué? Hombres o mujeres, dulce o salado, rojo o azul, etc. Como si no pudiera gustarme todo a la vez. Pero bueno, si hoy tuviera que decir una peli "favorita", me quedaría con Breakfast on Pluto.

Luego diré que no me gustan los dramas. Esta es un drama sí, pero con matices (desde mi punto de vista). El principal: considero que es una peli optimista. Porque la vida puede ser una mierda, pero la actitud hace mucho.

Últimamente pienso mucho en las personas que conocí y que me encantaron y con las que no conseguí mantener el contacto. Pienso también en que hay muchas personas que me cuentan parte de su vida. Y luego desaparecen y yo me quedo con esas gotas de su existencia. Alguna vez pensé que debería escribir un libro con todas las salidas del armario que me han contado. Las buenas y las malas.

Una de estas personas que me encantaron y luego desaparecieron de mi vida fue una mujer transexual. En realidad entre esas personas que a veces recuerdo hay varias transexuales y transgénero, pero ahora quiero referirme a una en particular. Era una mujer de aspecto bastante sencillo, con un trato cercano, aparentemente tímida. Y aunque esto no le interese a nadie, también la encontraba muy guapa. Me contó varias anécdotas de su proceso de transformación.

Por ejemplo, antes de pasar por eso proceso, estuvo trabajando en una empresa, llamémosla empresa X. Durante el proceso, estuvo trabajando en otro lugar. Y después de la transformación, por cuestiones laborales, tenía que volver temporalmente a la empresa X. Tenía cierta inquietud por ver cómo la recibían, porque aunque muchas de las personas que habían estado trabajando con ella ya lo sabían, una cosa es saberlo y otra es tener a la persona delante... Y algunas de esas personas al parecer eran bastante conservadoras. Particularmente había una con la que había tenido una cierta amistad y que la inquietaba especialmente. Y cuando fue.... la otra se quedó completamente sorprendida. Y se alegró y la abrazó, y todo muy bonito. Más tarde le dijo que no se la esperaba así. Tan sencilla. Es decir, con tan poca pluma. A ella al principio le hizo gracia, pero luego me decía, "¿y qué hubiera pasado si yo hubiera sido una de esas transexuales tan espectaculares, con tantísima pluma?"

De nuevo, los privilegios. En este caso, el privilegio de poder pasar como mujer cisgénero. Y mujer que se ajusta a lo que se espera de una. Un privilegio al que no puedes renunciar sin dejar de ser tú. Y si dejas de ser tú, ¿de qué sirve ninguna lucha? Me identifiqué mucho con ella en este punto. Yo siempre fui la "buena chica".

Vuelvo a cambiar de tema. El otro día un amigo, que es profesor de colegio, me explicaba la discusión que había tenido con otro de los profesores. Era sobre el código de vestimenta. Mi amigo defendía que el código debía ser el mismo para ellas y para ellos. En realidad, todo venía por un tema "menor", el uso de pendientes, pero el otro profesor llegó a soltar: "¿y si mañana viene uno de los chicos con falda?". Mi amigo le hizo notar lo tránsfobo del comentario.

He conocido a varias personas que iniciaron su proceso de transformación después de conocernos. De entrada siempre es un poco chocante. A veces pienso que es por la manera como funciona el cerebro humano. Otras veces pienso que eso es una excusa. No sé. Con estas personas me sigue costando un esfuerzo consciente tratarlas con el género que toca (es decir, el género con el que más se identifican). Pero no me pasa con todas las personas transexuales y transgénero que conocí cuando ya habían hecho el proceso o parte del proceso.

jueves, 9 de mayo de 2013

De embarazos y diversidades

Llevo días leyendo y pensando sobre el tema de la interrupción del embarazo en el supuesto de "malformación" (las comillas vienen porque considero que el concepto de malformación es subjetivo). La mayoría en el diario.es. Tenemos el artículo que escribió hace unos días Beatriz Gimeno, y un par más en el blog "De retrones y hombres" (a día de hoy este blog es lo que más me gusta de este periódico digital). En los comentarios de uno de ellos, hay el enlace a este otro. Creo que este último es el que más me gusta, quizá porque también es el más largo y detallado, así que lo recomiendo especialmente.

Tal y como se comenta, se trata de Derechos Humanos. Y como decía, o estás con ellos, o no lo estás. Y si crees que todos los seres humanos son iguales en el derecho a vivir, no puedes incluir supuestos distintos en su acceso a la vida, porque eso significa considerar que no todas las personas son igual de importantes (entre las personas ya nacidas, no en los fetos). Algunas reflexiones que me gustan especialmente:

- Si se puede abortar a las 22 semanas por "malformación", ¿por qué no se puede hacer libremente en cualquier otro caso?
- ¿Qué pensaríamos si en la India se permitiera el aborto en cualquier supuesto hasta las 10 semanas pero hubiera la posibilidad de abortar hasta la semana 16 en caso de detectar que el feto es de sexo femenino?
- No se puede presuponer el deseo de vivir (o la ausencia de él) de otra persona, sean cuales sean sus circunstancias.
- La decisión de interrumpir el embarazo es moral, no médica. No se debe pedir a la medicina que tome decisiones que no le corresponden. 

Creo que se debería alargar la posibilidad de interrumpir el embarazo, por lo menos, hasta esas 22 semanas. En total libertad. Creo que no es necesario que lo ponga en la ley para que una mujer que sabe que quiere abortar desde un principio decida hacerlo lo más pronto posible. Me parece bastante intuitivo que cuanto antes se haga, más fácil será el proceso médico y la posterior recuperación (física).

Por cierto, sobre el tema de la interrupción del embarazo en general, me parece importante cargarnos el mito del trauma emocional que supone en toda mujer. Sobre el tema genérico, otro artículo de Beatriz Gimeno, en este caso en Pikara.