domingo, 23 de junio de 2013

Cascos

Tiene un nuevo "juguete". Es un mp3, de esos que ya parecen viejos, de la prehistoria. Para él es un juguete nuevo. Se pone los cascos y empieza a escuchar música. Está un rato así. Luego se me acerca y empieza a hablarme. Yo me quito mis propios cascos. Me dice que ahora ya está globalizado. Ríe. Dice que ahora tiene su música y se mete en su mundo y ya no habla con otras personas, ya no pregunta por los problemas de otras personas, así que ya no sale a la calle, ya no participa en una revolución.

Cambio de escenario. Ahora pongamos que alguien me pide dinero. Y yo se lo presto. Y pasa un cierto tiempo y no me lo devuelve. Así que yo me enfado. Me enfado porque es mi dinero.

¿Es mi dinero? ¿Por qué es mi dinero? Yo lo sé, es mi dinero porque las estructuras sociales están organizadas para que lo sea. Estructuras que yo considero injustas. Pero si me cuestionan que mi dinero es mío, me enfado.

¿Por qué no me devuelve mi dinero? ¿Se lo ha gastado en fiestas a las que no me ha invitado? ¿O se lo ha gastado en intentar sobrevivir? Pongamos que es lo segundo. Y hablemos de derechos. Mi derecho a recuperar mi dinero, su derecho a sobrevivir o a intentarlo. Planteado así es fácil, ¿no? Derechos Humanos. El derecho a sobrevivir es más importante.

¡Pero era mi dinero! ¡Lo necesito! ¡Cuento con él!

Yo soy muy de izquierdas. Yo creo en que lo importante son las necesidades, las de verdad. No la necesidad de saber que tengo un dinero en el banco, porque esa es una falsa necesidad, solo es un medio. Yo lo sé.

Yo lo sé, pero la gente de mi alrededor no. La gente que conozco es muy de izquierdas, pero se olvida de todo cuando lo que está en juego es la maldita zanahoria que tiene delante. Se exclaman y dicen ¡es mucho dinero! Yo pienso en formar bonitas comunidades cooperativas. Pero ahora dime, ¿con quien?

Aquí todo el mundo es muy de izquierdas. Pero ¿qué es lo que piden? ¿Un reparto justo? ¿Una sociedad realmente más igualitaria? ¿Algún cambio profundo? No, solo piden seguir igual. Porque no creen que haya realmente ningún problema con la vida que lleva la mayoría de gente en España, o en Cataluña, o en Barcelona. Se escandalizan cada vez que oyen una historia de violencia. Se escandalizan con la pobreza. Y dicen que eso no está bien. Pero ¿acaso está dispuesta toda esta gente a renunciar a algo? ¿Incluso si va a servir para mejorar?

Ahora podemos fustigarnos colectivamente. Aquí se lleva mucho esto. Nos fustigamos un rato, nos sentimos muy mal momentáneamente, y luego seguimos con lo mismo. Nos ponemos los cascos y seguimos escuchando música.

¿Sirve de algo sentirse mal? No, no tiene sentido. Lo que tiene sentido es cambiar de actitud.

Otro día escribo sobre temas más interesantes. Como por qué el problema energético solo puede abordarse desde una posición de poder. O por qué el feminismo es esencial para repensar el mundo. Y también tengo que hablar de Calibán y la bruja (pero para eso, primero tengo que acabarlo).

No hay comentarios:

Publicar un comentario