viernes, 20 de diciembre de 2013

Enciendo la televisión

Enciendo la televisión después de muchos días. Están en horario de noticias y hablan de Messi y de unas declaraciones que ha hecho, al parecer muy importantes. Unos minutos antes estaba mirando un periódico deportivo online (una de mis auto-concesiones), así que sé de qué va el tema. Recuerdo las opiniones de los lectores de la página en cuestión, defendiendo al pobre Messi que ha sido injustamente acusado de enriquecerse ilegalmente. Es el absurdo de las supuestas noticias deportivas, al final todo se basa en defender a gente que en un año consigue mucho más dinero del que tendrá la mayoría de la gente que lo lee en toda su vida. Es el Sistema, si no puedes oponerte a él, participa alegremente en los debates sobre si Messi tiene un sueldo lo bastante elevado o aún no.

Un rato más tarde me hablan de la gran suerte que tenemos porque un ricachón ruso ha decidido abrir un gran teatro ruso en Barcelona. Teatro ruso inaugurado con una obra rusa en ruso a la que ha asistido básicamente un público ruso. Y tenemos que alegrarnos porque han elegido Barcelona para ello.

La siguiente noticia dice que los cines Alexandra echan el cierre. Al parecer, al gran mecenas ruso no le quedaba dinero para un cine menor en el que solían poner películas menores (menores en presupuesto, se entiende, que como bien sabemos es lo único relevante).

Y a continuación, como hecho expresamente, me cuentan que por fin se ha abierto otro cine multisalas en la que pondrán películas solo comerciales (nos aclaran que eso incluye películas de cualquier origen con la única condición de que se vendan bien las entradas, por si se nos olvidaba por un momento que lo único que importa es eso, el beneficio económico) pero con una gran cosa, serán en versión original. Y es que en Barcelona lo gafapasta se lleva, que sí, que son pelis comerciales, pero como son en VOSE no pasa nada (o en VOSC, que eso también nos gusta).

Luego viene el repaso de los títulares del día. Destaca el lío que se están haciendo las grandes eléctricas consigo mismas, que ya de tan descarado todo hasta les está dando un poco de vergüenza y se lo van a pensar un poco más, a ver cómo disimulan un poquito mejor eso de que se enriquecen con nuestra pobreza. Y luego Gallardón. Peazo Gallardón. Ya sin disimulos, que los derechos de las mujeres son derechos que no merecen ser tenido en cuenta. Tal cual. Aunque supongo que ni así será eso lo que entenderá su público.

Merche Negro nos cuenta que eso de opinar sin tener más conocimientos sobre los temas que opina que la mayoría de sus lectorxs no acaba de gustarle, así que por ahora lo deja. Raro, incluso dentro del periodismo que pretende escribir desde la izquierda. Y es que el peridismo actual tiene un problema grave de identidad. No se sabe si son filósofxs que deben hacer pensar a la población general (aunque sin preparación para hacer esa función), bufónxs que nos hagan reir son sus twits (jaja, lo retwuiteo cómodamente desde mi ordenador, qué daño que debo haberle hecho al sistema con mi retwuit), o transmisores de una información que la mayoría de la población no quiere recibir (demasiado cansado). Y posiblemente este párrafo me ha salido a imitación de alguno de los muchos artículos de opinión sobre el mismo tema.

Dice Alicia Murillo que parece que siempre tengamos que ser las mujeres las primeras en salir perdiendo, las primeras en ceder, y que está bastante hasta los ovarios de eso. También ha pasado siempre un poco eso con las posiciones de izquierda, por eso se dice que cuando izquierdas y derechas pactan, siempre sale un pacto de derechas. También lo decía el niño de Once upon a time (serie de derechas donde las haya, aunque es interesante ver como evoluciona el papel que se supone que deben tener mujeres y hombres idealmente en la sociedad), que los malos ganan porque los buenos tienen que actuar bien, y cumplir las normas y los pactos.

Suelo pensar que el problema no es ese sino la falta de coherencia. Pero soy rara, es así, tengo que recordármelo a menudo. Suelo pensar que la gente que empieza a luchar y luego lo deja, lo hace por lo mismo que yo, porque se desaniman al ver la incoherencia de la mayoría de gente. Da igual la lucha, en todas pasa, ser coherente es difícil y unx suele perderse en pequeñas luchas de poder que distraen del objetivo final, y mientras está en eso, se auto-traiciona, y luego ya es demasiado tarde.

Mientras miraba la televisión después de mucho tiempo sin hacerlo, he recordado por qué es agradable no mirarla. No es por evitar las malas noticias, es por no ver las malas noticias camufladas de buenas. Es por no ver cómo el foco se pone siempre hacia cuestiones poco relevantes o cómo nos dirigen la mirada personas que no saben mirar. Ya no entro en el tema de la mala fe. Ni siquiera es necesaria.

Antonio Turiel escribía hace poco sobre el problema de hablar para el coro, hablar para un público ya convencido que solo quiere oír lo que ya sabe. Así que la información difícilmente sale de los mismo círculos. Y mientras, la mayor parte de la población apenas sabe nada de cómo exactamente le están robando la cartera.

(Y esto, ves, es un mucho de bla bla bla que no aporta nada. Suerte que no soy periodista.)

No hay comentarios:

Publicar un comentario