miércoles, 3 de octubre de 2012

Propaganda

Me fascina el control de masas. Basta propagar la idea de que la injusticia es necesaria, y la injusticia campará a sus anchas. Como la propaganda nazi. "Tú eres especial porque perteneces a un grupo A que es superior a los grupos B y C. Eres hermanO de todos los que pertenecen al grupo A." Lo escuché hace poco en una de tantas pelis de esta temática y me acordé de la frase "sustituí mi complejo de inferioridad por un complejo de superioridad". No sé cuando la oí o leí.

La idea es sencilla. Tienes a un grupo de gente que, por circunstancias de la vida, está en una mala situación. Y le dices que esa mala situación no es culpa suya, que no tiene nada que ver con sus defectos. Y focalizas en otro grupo, preferiblemente uno que sea fácil de caracterizar, que pueda parecer responsable, pero a la vez, al que le resulte difícil defenderse. Si ese segundo grupo tiene alguna característica envidiada por el primero, mejor. La idea corre como la pólvora. Se sustituye la desesperación por ira, se pasa de un horizonte vacío a un objetivo claro.

Pero no hace falta llegar tan lejos. No es necesario llegar al fascismo para tener injusticia. En nuestra sociedad es el pan de cada día. La caridad es un instrumento más. En vez de dar lo necesario a todo el mundo, por el simple hecho de ser una persona, se sustituye por dar tus sobras, cuando te va bien a ti, y en la cantidad que te plazca, sea o no suficiente. Y además tiene el maravilloso poder de hacerte sentir mejor. Sin el concepto de caridad, el sistema no funcionaría.

Mientras, se defiende el derecho a dejar pisos vacíos. O a tirar la comida para poder subir los precios. Y se reivindica que se puede vivir perfectamente con ropa comprada en el Zara (Amancio Ortega ya es el quinto hombre más rico del mundo, según la lista Forbes).

Mientras, donde vivo nos planteamos ir a vivir a un piso medio en ruinas solo porque el alquiler es pagable. Mientras, escucho conversaciones explicando detalladamente los pasos a seguir cuando intentan echarte del piso en el que vives. Mientras, me piden dinero prestado (a mí, que no tengo un duro) para poder comprar comida. Mientras, sigo oyendo la frase "algún día las cosas tendrán que mejorar...". Y me acuerdo de la peli de Disney de Robin Hood.

La ira es más útil que la desesperación. Qué haríamos sin Hollywood.

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